La Aprendiz

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Como un eco en su mente, sintió lo que diría Obi-Wan si lo escuchara.
 
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A su alrededor, todos los niños miraban hacia arriba. Ellos sentían la conexión entre maestro y discípulo, tan pura y poderosa era. Permanecían absortos, fascinados; mirando a Ide, a Obi-Wan o al espacio entre
 
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Obi-Wan se dirigió a los niños en voz alta.
 
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vuestra parte. Y no creáis que a vuestro maestro le costará menos. Representará una gran tarea.
 
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Dejó que los niños lo pensaran durante algunos segundos. Luego volvió a dejarles ver la conexión, brevemente.
 
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Los niños asintieron, muy respetuosamente. Obi-Wan comenzó a caminar fuera del jardín, y los niños lo siguieron a corta distancia.
 
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Desaparecieron del jardín. Ide supo que ninguno de esos niños volvería a ver el jardín de igual forma. Ni él tampoco.
  

Revisión de 19:34 1 jun 2013

Coruscant, 9 de Abril, 8:30 de la mañana.

A Ide lo despertó el sol a través de varias mamparas, que entraba por la ventana de su cuarto. Como una cálida caricia del universo en la frente, lo despertó.

Ide se despertó de excelente humor. Miró por la ventana. Un grupo de pequeños, de unos seis años, caminaba por el jardín junto al maestro Kenobi.

Ide y Obi-Wan sintieron mutuamente sus presencias en la Fuerza. Ide no necesitaba ver la sonrisa de Obi-Wan para saber que estaba allí.

Algunos de los niños miraron hacia Ide, a pesar de que Obi-Wan no lo había hecho. Saludaron con la mano. Ide pegó la mano al cristal. Estaba tibio.

Niños. El pequeño Kurel podría estar entre ellos, si él no hubiera sido lo suficientemente tonto como para dejar que Tu'Ala iniciara aquel procedimiento de emergencia en el Caparazón de Garin.

Como un eco en su mente, sintió lo que diría Obi-Wan si lo escuchara.

"Tú no sabías lo que ella estaba haciendo hasta que lo hizo. No es culpa tuya."

Cerró los ojos. No se lo acababa de creer. Cuando los abrió de nuevo, vio que Obi-Wan lo miraba directamente desde abajo.

"No es culpa tuya. Sabemos donde está gracias a ti. Tenemos el permiso de su padre gracias a ti. No sabríamos de su misma existencia si no fuera por ti."

Ide exhaló despacio. No se había dado cuenta de la tensión que había en sus hombros hasta que ésta desapareció.

Obi-Wan sonreía. Ide podía sentir su calidez, y lo orgulloso que estaba de ser su maestro.

"Estás haciendo que el Universo cambie para mejor, Ide Kanor. No te quepa la menor duda."

A su alrededor, todos los niños miraban hacia arriba. Ellos sentían la conexión entre maestro y discípulo, tan pura y poderosa era. Permanecían absortos, fascinados; mirando a Ide, a Obi-Wan o al espacio entre ambos.

Obi-Wan se dirigió a los niños en voz alta.

-Confianza. El principal vínculo entre maestro y discípulo. Cuando paséis a ser padawan, tendréis que construir un vínculo de confianza con vuestro maestro. He dicho "construir". Tendréis que poner mucho de vuestra parte. Y no creáis que a vuestro maestro le costará menos. Representará una gran tarea.

Dejó que los niños lo pensaran durante algunos segundos. Luego volvió a dejarles ver la conexión, brevemente.

-Y esto es lo que obtendréis.

Los niños asintieron, muy respetuosamente. Obi-Wan comenzó a caminar fuera del jardín, y los niños lo siguieron a corta distancia.

Desaparecieron del jardín. Ide supo que ninguno de esos niños volvería a ver el jardín de igual forma. Ni él tampoco.


Mientras bajaba al comedor, Ide organizó mentalmente sus tareas pendientes. En lo que se preparaba para salir para Nar Shadaa, podía retomar sus clases de política y de vuelo. Y sobre todo, solucionar lo de Arakosia. Arakosia estaba acercándose a la edad en la que ya no podría empezar el entrenamiento Jedi. Ide sentía, hasta cierto punto, que era su responsabilidad, puesto que él mismo la encontró. Recordó que La Mujer Oscura había pensado en tomarla, quizá siendo consciente que, como otros aprendices que había tenido, Arakosia era un caso difícil. Pero Ide estaba seguro de que esa niña tenía algo muy bueno detrás de su oscura historia. Estaría dispuesto a entrenarla él mismo, pensó, si La Mujer Osucra finalmente declinaba dicha responsabilidad. No le fue en absoluto difícil encontrar el comedor donde estaba desayunando Anakin, pues lo oía resonar en la Fuerza desde su mismo dormitorio. Sentado a la mesa con algunos de los mejores pilotos de la Orden, les estaba explicando las diferencias entre pilotar un caza y una vaina de carreras. Le lanzó una mirada a Ide, que venía a decir "estás ahí, estoy aquí, me alegro de verte". Lo escuchaban muy respetuosamente, sabiendo que cualquier día esa información les podría salvar la vida. Ide hizo tiempo a que se levantaran los demás mientras se servía el desayuno, y se sentó con él. -Venga, ponme al día. Cuéntame qué tal te ha ido con Arakosia. -¿A mí? Si yo prácticamente no he hecho nada... Aguantó un instante, en el que Ide hubiera levantado una ceja, de tener alguna. De todas formas, Anakin percibió la emoción correspondiente, y sonrió ampliamente. -Bueno... le hice un par de pruebas. Aún no maneja el sable de luz ni siquiera a nivel básico, pero por lo demás es buena. Intuitiva. Quizá un poco ansiosa de más. -Anakin, ¿seguro que estamos hablando del sable de luz? -dijo Ide, ya sonriendo descaradamente. -Oooh -Anakin se rió unos segundos-. Claro. Las pruebas sexuales son a partir del tercer día -meneó la cabeza-. Estos habitantes del núcleo son todos unos degenerados... -Está bien -desistió Ide-. Me gustaría saber qué opina la Mujer Oscura. No he tenido tiempo de hablar con ella, con todo el ajetreo de lo de Horuz. -Quieres decir, ¿con la investigación relámpago de un crimen que estaba alucinando a las autoridades locales de uno de los lugares supuestamente más seguros de la República? -su sonrisa amenazaba con despegar la parte superior de su cabeza-. Creo que te quieren sacar en un capítulo de "Investigadores de la Galaxia". -Haces que parezca algo importante... nada que no pudiera solucionar un Jedi con una mínima habilidad en percibir la Fuerza Viva. Un poco de Fuerza Unificadora aquí y allá... tampoco fue gran cosa. -Será que estoy chapado a la antigua, pero a mí solucionar asesinatos y secuestros de niños sensibles a la Fuerza me parece importante. Claro, que si no hay tres jedi oscuros intentando matarte, supongo que para ti no... -hizo un gesto obsceno con la mano por debajo de la mesa. -Anakin -le cortó, sonriendo y mirando de reojo- que hay niños aquí. -No se están fijando- dijo, poco convencido, mientras miraba alrededor para verificar su hipótesis-. Creo. Ide se aclaró la voz. Prefería dejar las intimidades con Anakin para sitios en los que no hubiera cien personas sensibles a la Fuerza alrededor. Aunque teniendo en cuenta lo intenso de la relación entre ellos, era evidente que todo el mundo sabía lo que implicaba la conexión que había entre ellos. De todas formas, en el Templo todo el mundo se comportaba con discreción. Era la única manera. -En cualquier caso -dijo mientras se recomponía-. ¿Has hablado con la Mujer Oscura o no? -No, iba a hacerlo después de comer. Me and Franky: Mar 3, 2011 -Está bien, entonces te lo dejo a ti. Conoces a Arakosia casi tan bien como yo, y sé que te importa la niña. Y en última instancia es la Mujer Oscura la que tiene que tomar la decisión. -No creo. Me parece que tú eres el que tiene prioridad, según la costumbre. -Desearía que ella eligiera. No tengo muy claro que yo pueda hacerlo. En realidad, hasta he pensado cómo podría hacerlo, pero... -¿Sabes que los cuatro últimos padawan de la Mujer Oscura han muerto? No digo que sea culpa suya, pero... -No te creerás eso que cuentan de la maldición... -Ningún padawan, desde Aurra Sing -Anakin bajó la voz-. No creo que sea una maldición. Creo que es algo peor. En realidad Ide ya había decidido que quería entrenar a Arakosia. La idea de tal responsabilidad, era aterradora y atractiva a partes iguales. Sin embargo el hecho de que la Mujer Oscura hubiera mostrado interés en Arakosia, lejos de hacerle pensar a Ide que era otro de los típicos casos difíciles asignados a la Jedi, le confirmó que Arakosia merecía la pena. Y él creía en eso profundamente. Ide terminó de su desayuno mientras Anakin le interrogaba acerca de lo que había pasado en Despayre. A pesar de que mostraba gran interés, a Ide le seguía pareciendo muy poca cosa lo sucedido allí. Quizá es que estaba tan acostumbrado a sentir que su vida estaba en peligro, que cuando no lo estaba, todo le parecía poca cosa.

Tras el desayuno, Ide se dirigió a la Biblioteca, donde le esperaba Jocasta Nu. Conocida por su carácter difícil, con Ide no se mostraba sino encantadora. Probablemente era por la combinación de edad y cicatrices, o quizá sólo porque le caía bien. Muchos bibliotecarios reconocen instintivamente a la gente a la que le gusta la lectura, como sin duda era el caso. Sin apartarse demasiado rato, lo colocó en una terminal y colocó ante sus ojos textos y más textos para su lectura, y se acercaba periódicamente para ofrecer ayuda con los pasajes más difíciles (y a veces, aparentemente contradictorios) de los registros de la historia política de la galaxia. Las clases de vuelo matutinas con Saesee Tiin eran tan emocionantes como sobrecogedoras, sobre todo en contraste con la tranquilidad de las lecciones de política. Aún no habían usado otra cosa que simuladores de vuelo (caminar antes de correr, decía el maestro Tiin. Pero no demasiado caminar), pero aun así las simulaciones requerían una atención plena y reflejos vivos, y causaban más de un sobresalto. Había sido una mañana intensa, e Ide se permitió una tarde libre. Pidió algo para llevar en un comedor, y comió en uno de los balcones, intencionadamente lejos de la actividad de los campos de entrenamiento. Necesitaba pensar un poco, y meditar. Estaba seguro de que quería tomar a Arakosia como padawan, pero dedicó unas últimas horas a la meditación y a controlar sus emociones. Lo haría a la caída de la tarde, por orden. Según le había dicho Obi Wan, lo normal era hablar primero con Yoda o algún otro miembro notable del Consejo y luego con el padawan. Aunque en primer lugar tendría unas palabras con la Mujer Oscura, para que no hubiera malentendidos. De todas formas, intuía que ella habría percibido sus intenciones. Ventajas e inconvenientes de estar en un Templo lleno de seres precognitivos y sensibles a la más mínima emoción humana. Por eso, cuando terminó de meditar, no le sorprendió descubrirla a su lado. -Supongo que ya lo sabes. Debo estar gritándolo en la Fuerza -comenzó Ide, mientras ella se sentaba a su lado. Era un acontecimiento extraño, verla sonreir. -No tanto -resonaba en la Fuerza como un arpa bien afinada. Seguía sonriendo-. Pero sí. Me alegro de que te sientas preparado. Probablemente tú seas capaz de obtener de ella resultados que nadie más conseguiría. Esa chica te idolatra. Las palabras de la Mujer Oscura animaron a Ide. Meditó en ellas durante unos segundos. Ella sonrió, y sin mediar más palabra, dejó a Ide solo de nuevo en el balcón. Se marchó hacia la sala del Consejo. Debía informar sobre las negociaciones con Tu'Ala, puesto que se habían producido en la intimidad de la celda de la niña, y tras su partida Ide se había retirado a descansar. No había recorrido más de cinco metros cuando la escuchó de nuevo, casi inaudible. -Esa chica te idolatra. Ten cuidado con eso. Ide se detuvo un momento. Luego siguió caminando.


Subió a la Torre del Consejo. No había pedido cita, pero estaba seguro que Yoda y los demás Maestros estarían esperando su informe. Al fin y al cabo, el destino de Tu'Ala se había decidido la noche anterior, y, rumores aparte, Ide no había dado al Consejo el informe oficial. Esperó pacientemente hasta que le pudieron atender. Estaba anocheciendo cuando un maestro y su padawan salieron de la sala, al tiempo que escuchó la voz de Ki-Adi Mundi que lo requería. -Ide Kanor. Pasa, por favor. -Sí, maestro. Caminó hasta situarse en el centro de la sala. Dominando de alguna forma todo el Consejo se encontraban las personalidades de Yoda y Mace Windu, pero en conjunto podía sentir su calidez. "Aquí la Fuerza fluye con armonía" El Consejo esperó a que Ide comenzara su exposición. Ide, en medio de la sala, inspiró. Con todo el ajetreo de su posible padawan, casi había olvidado lo que había pasado el día anterior. Empezó, tranquilo, a contar brevemente su negociación con Tu'Ala. Había sido limitada, humana, al no contar con la ayuda de la Fuerza, que con tanta claridad le hacía ver las cosas en condiciones normales. Pero también le dijo al Consejo que era tal el miedo y la intensidad con la que Tu'Ala quería huir de su destino que prácticamente estaba deseando ser desterrada. Lo que para los Jedi parecía un castigo horrible, para ella significaba la salvación. También les contó su reacción al salir del campo de acción de los ysalamiri, cómo él la agarró, y cómo ella se bloqueó al entrar de nuevo en contacto con sus visiones del futuro. Y cómo le miró, a él, a Ide, casi llorando, cuando le dijo que eligiera "el frío antes que el calor cuando huela a menta", y como le pidió que no fuera a verla antes de tres meses cuando empezara todo. Cuando terminó, intentando no mostrar la inquietud que la profecía de Tu'Ala le producía, intentando no mostrarse ansioso por el tema de Arakosia, guardó silencio. El Consejo aguardó. Los segundos se apilaron pesadamente, y todos los maestros permanecieron inmoviles, meditando. Ide percibió su propia inquietud y la dominó sin esfuerzo, casi sin pensar. Todo se esta desarrollando a su ritmo... Saesee Tiin fue el primero en hablar. - El Lado Oscuro juega con las mentes de sus seguidores -frunció el ceño, no estaba seguro de estarse explicando adecuadamente- . Yo creo que se quedó cegada a muchas posibilidades por su miedo. Y que el propio Lado Oscuro hizo que se confiara en exceso en sus habilidades. Ya se habia rendido al Lado Oscuro mucho antes de encontrar ese holocrón. Yoda tomó la palabra. -Ah. Pero imposible el futuro previsto por ella no es. Precaución debemos tener. El sith con vida huyó, escondido se encuentra. Del Lado Oscuro el velo ha caido.

Todo el mundo permaneció con el ceño fruncido durante un instante. Mace Windu respondió: -Y además hay otros factores que debemos tener en cuenta. Es posible que el segundo sith también siga vivo. Coleman Trebor habló a continuación. -En cualquier caso, mantendremos la comunicación con Tu'Ala, por si mejora. Y consideraremos todos los asuntos colaterales. Mace Windu se dispuso a ponerse en pie y dar por terminada la reunión, pero Yoda permaneció quieto. Todos esperaron. -¿Alguna cosa más, añadir quieres? -Bueno, a decir verdad, maestros... he estado considerando aquello que me indicásteis sobre tener un padawan... Por un momento, dudó. No es que hubiera cambiado de opinión. Estaba completamente decidido, tenía ilusión y expectativas. Pero había llegado el momento de preguntar al Consejo si era apropiado, de la decisión final, la cual podía cambiar el rumbo de la vida de Arakosia, y de la de Ide. -Había pensado en la joven Arakosia -sentenció. Los maestros intercambiaron miradas y gestos de asentimiento. No parecían sorprendidos en absoluto. -De acuerdo con su adiestramiento, el Consejo está. Hubiera querido saltar de alegría, pero se contuvo y, sencillamente, sonrió.


Debía ser una situación típica, pensaba Ide mientras esperaba en la base de la torre del Consejo. Ningún maestro se había sorpendido ni contrariado, a pesar de que tanto sus propias dudas como la situación especial de Arakosia era obvio para cualquiera que no fuera un negado percibiendo sus emociones en la Fuerza. Por otra parte, si el Consejo lo consideraba apropiado, así debía creerlo él también. Aún así, no podía deshacerse de la idea de hablarlo con el Maestro Yoda. Cuando este apareció por el ascensor y se despidió de los últimos miembros del Consejo, Ide se acercó sonriendo, satisfecho, ilusionado. -Maestro Yoda... no quisiera empezar esto sin escuchar antes vuestra opinión. O consejo. O las dos. El joven caballero dejó pasar unos segundos, pero no pudo esperar y vomitó todas las ideas que se le habían ocurrido en tantos días de meditación. -Yo había pensado -dijo, casi atropellándose a sí mismo, como si tuviera que explicarle a Yoda muchas cosas en poco tiempo- que dado sus antecedentes debería empezar por mejorar su control emocional, y dejar el sable de luz para más adelante, aunque quizás eso la lleve a la frustración, porque de hecho ella ya se siente un poco mayor, lo sé porque me dijo que estaba pensando en que ya nadie la cogería como padawan, y fue entonces cuando pensé que... Ide se interrumpió de repente, con las manos en el aire, como si fuera un tertuliano al que el moderador corta de repente. Lo hizo al fijarse en la tranquilidad de los ojos de Yoda y su sonrisa comprensiva, que contrastaba fuertemente con la euforia y la pasión de su discurso. Permaneció en silencio mientras se alejaban de la torre del Consejo, caminando despacio bajo los últimos rayos de sol. -Como tú mismo entrenarla debes -su cara arrugada permaneció seria, para subrayar lo importante de sus palabras- . No como Yoda. Tu propio estilo pronto encontrarás. Cada maestro diferente es. A tu padawan adaptarte deberás, tanto como ella a ti. Pero cada lección más de una cosa enseña. La expresión de Yoda cambió, a una más juguetona. -¿Demasiado ocupado estás, como para cenar con un viejo maestro? Hambriento estoy... Ide se sorprendió ligeramente, aunque luego pensó que era lógico. Los maestros tienen que comer, después de todo. Yoda comenzó a mover su plataforma repulsora por un pasillo, e Ide lo siguió caminando a su misma altura. Yoda asintió. Parecía de buen humor. Comenzó a canturrear, desafinando. Ide siguió caminando a su lado, muy atento a todo. Notó que en su bolsillo había un caramelo. Sonrió, mientras se preguntaba cómo Yoda había podido... Yoda se detuvo. Señalaba al interior de una sala. En su interior había un chico humano de unos diez años y un jedi mayor, claramente su maestro, practicando con el sable de luz. El maestro hablaba, con voz cálida. "Tus movimientos deben ser fluidos, encadenarse unos con otros. Mantente en armonía con la Fuerza, y junta más las piernas. Si tus piernas están demasiado separadas..." Yoda siguió caminando, e Ide lo siguió (aunque una parte de él se preguntaba qué pasaba cuando las piernas están demasiado separadas).

-Aprendiendo combate con sable de luz, el joven Sha'a está, ¿hmm? -Ide asintió-. Pero autoconfianza, también aprende. Equilibrio, posición, a no quedarse quieto en batalla aprendiendo está. Confianza en su maestro. A fluir con la voluntad de la Fuerza. Con su maestro a relacionarse. -Pero Maestro, yo no siquiera soy un gran esgrimista. ¿Cómo podría yo enseñarle a guardar la posición, el equilibrio, a fluir con la Fuerza a nadie? -No sólo una lección de esgrima es. A la diplomacia, aplicar todo esto puedes. ¿Posición, equilibrio? En una negociación importantes son. Tu plan lastrarte no debe. Tu mente abierta debe estar. Confiado en tus posibilidades, pero sin exceso. Ide miró hacia atrás, volviendo la vista de nuevo hacia el padawan Sha'a. Y entonces vio a Arakosia guardando el equilibrio, asegurando su posición, no sólo con el sable, si no en su vida entera. En su vida de Jedi, en la batalla sin tregua que es seguir el camino de la Fuerza. Y se vio a él mismo haciéndole confiar en sí misma, tal y como Obi-Wan lo había hecho tantas veces con él. Y a él mismo aprendiendo a enseñar. -Cada lección más de una cosa enseña -añadió Yoda. Era apasionante la capacidad que tenía el viejo Maestro para enseñar algo en cualquier situación. Llegaron a la puerta del comedor. Era un comedor frecuentado por los más pequeños, como podía deducirse por el griterío. Aunque sean sensibles a la Fuerza, los niños de cuatro a seis años tienden al ruido. Yoda bajó de su plataforma repulsora y entró caminando al comedor, junto a Ide. Rodeados de niños, se sentaron a una mesa. -De tu nueva padawan, ¿hablarme quieres? -A decir verdad, Maestro, tengo algunas dudas. Sobre todo con lo relacionado con su contacto con el Lado Oscuro. -Ide miró hacia arriba, como recitando algo que hubiera pensado muchas veces-. No es que me preocupe que vuelva a él. De hecho, no creo que vuelva al Lado Oscuro, puesto que ella salió de él voluntariamente al encontrarse conmigo. Huyó del odio y del miedo, cuando vio la esperanza y la paz del Lado Luminoso. Hizo una breve pausa, comió un poco de su bandeja y siguió. -Pero no sé si en el futuro, cuando no tenga tan cercano el daño que le hizo aquel templo, querrá volver a él. Miró a Yoda, como haciendo acopio de fuerzas para pronunciar lo siguiente que estaba pensando. -No sé si el apego que siente por mí podría llevarla al miedo a la pérdida, Maestro. Yoda cogió un trozo de pan y, mirando fijamente a Ide, lo lanzó hacia un niño de unos cinco años, que estaba despistado. Le acertó en mitad de la frente, se sorprendió, miró alrededor siguiendo a la inversa la trayectoria del trozo de pan. Cuando vio que llegaba hasta Yoda, miró más atrás. No estaba seguro... ¿Yoda? No puede ser... Mirando fijamente a Ide, Yoda comenzó a formar una bola de miga de pan. -Un riesgo antiguo ese es. Por nuestros enemigos conocido. A partir de ti, un serio compromiso con la Fuerza debe adquirir. -Nadie está libre de él, supongo. Hasta Yoda podía lanzar trozos de pan. Incluso él. Sonriendo, lanzó la bola al mismo niño, que seguía mirando a Yoda y sus alrededores. -Sin palabras, a ese niño y a ti al mismo tiempo enseño cosas diferentes. Él a fiarse de su primera impresión aprende. Tú, que de los peligros nadie libre está. El niño claramente dudaba de lo que debía hacer a continuación. Enzarzarse en una batalla de pan con Yoda no acababa de parecerle una opción válida. Ide, que observaba la situación, cogió un trozo de pan, y, mientras Yoda miraba al niño, se la lanzó. Con un movimiento casual, como apartando un insecto, la paró a pocos centímetros de su ceja. -Nadie está libre, Maestro -dijo, sonriendo. -A tus mayores, poco respetas -dijo con expresión ceñuda-. Quizá un severo correctivo mereces. La conversación de la mesa se apagó. Todo el mundo estaba mirando. Murmullos en voz baja... Le ha tirado una miga de pan a Yoda... A Ide se le torció la sonrisa y, por un momento, se turbó. Yoda levantó una mano extendida. Hizo un leve movimiento de muñeca, y el carro del pan se volcó encima de Ide. Los niños jalearon y golpearon las mesas. Treinta segundos más tarde, todo estaba como antes. Excepto porque de Ide sólo se veía la cabeza sobresaliendo de entre una montaña de pan. -Está bien, he aprendido algo más esta noche, Maestro Yoda... Ide salió de entre los panes, y se dispuso a recogerlos, cuando se dio cuenta de que el carro no estaba. Miró alrededor. ¿Cómo podía ser...? -Aparecen caramelos, desaparecen carros... Maestro Yoda, estoy empezando a pensar que puede usted teletransportar cosas con la Fuerza -dijo, mientras limpiaba su asiento de panes-. ¿Cómo voy a recoger esto? -Dos cuestiones diferentes planteas. Mediante la Fuerza todo posible es. Sin embargo, arduo y complicado mover las cosas sin pasar por un punto intermedio es. El esfuerzo no merece. Llegaron ocho droides de cocina, de los que surgieron un montón de tentáculos que recogieron todo el pan en un instante. Extrajeron, en un par de segundos, el carrito del pan de debajo de la mesa. -Otro enigma resuelto está, ¿hmm? Recordar debes, que los problemas para solucionarse a veces tu acción no necesitan. Yo volqué el pan, mi responsabilidad era. -Yo empecé el conflicto. Algo de culpa también tuve. Por un instante, Ide recordó los años que pasó en Shadar IV, y cómo acciones que en un principio parecían amistosas terminaban en muertes en un campo de batalla. Duró sólo un segundo, pero, por un momento, sintió lo que había hecho. -Estrechamente, la responsabilidad de cada cual debes delimitar. Bastante sobre nosotros pesa ya. -Me pesa, Maestro, saber que hay cosas que no puedo controlar, y otras en las que ni siquiera puedo ayudar. Es parte de lo que tengo que asumir, ahora que tengo una padawan. -De lo que debes asumir parte es, porque vivo estás. En un universo lleno de sufrimiento, el bien mayor buscar debemos. Nuestra misión, cumplir debemos. Ide meditó sobre eso brevemente, mientras se comía lo que quedaba de su cena mirando su bandeja. -Siento haberle estropeado la lección del pan, Maestro -dijo, levantando levemente la cabeza mientras se limpiaba con una servilleta. -Estropeada la lección sólo está cuando el aprendiz nada aprende- Yoda sonrió. Hizo un gesto con la mano, como desenvolviendo algo. Llevado por una súbita intuición, Ide metió la mano en el bolsillo. Otro caramelo-. Junto con el pan en tu bolsillo lo metí. ¿Enfadado pensabas que estaba? ¿Por un cascarrabias me tienes? Los niños se levantaron y se fueron, tras despedirse. Ide y Yoda se quedaron solos en la mesa. -¿Algo más, tu corazón perturba? Ide dudó unos segundos. No necesitó mucho tiempo para recordar lo que le afligía desde que habían vuelto de Shadar. Tenía la impresión de que Yoda ya sabía lo que él iba a contestar. -Kwyna, maestro. Acto seguido, se acordó de Anakin. Al fin y al cabo, Kwyna estaba decidiendo sobre su propio futuro, y si de algo estaba seguro Ide en su corta vida, era que no puedes ayudar a alguien que no quiere ser ayudado. Sin embargo Anakin, e incluso él, estaban expuestos a las consecuencias de la decisión de Kwyna. Ambos debían hacer un esfuerzo por no dejarse arrastrar por sus emociones, ahora que finalmente la cosa se había torcido. -De ella, aún nada sabemos. Muy pronto su entrenamiento interrumpió. Pero un comportamiento aislado no fue. Antes de que se marchara, ya preocupados estábamos. Explosiones de ira contra su nuevo maestro, sus pensamientos le ocultaba, comportamientos sospechosos tenía. Que su corazón de nosotros alejado se hubiera, ya temíamos. Esperó unos segundos. Parecía dudar ligeramente. -Una decisión difícil debimos tomar al separarla del joven Skywalker y de ti. Pero separados tarde o temprano hubiérais sido. Si en el Lado Luminoso sólo se mantienía mientras de vosotros cerca estaba, tarde o temprano a peor todo hubiera ido. Saber debíamos si en nosotros por sí misma capaz de confiar es. La cara de Yoda parecía abrumada por la pesadumbre. Las orejas estaban caídas, las arrugas marcaban tristeza por todo su rostro. Ide miró hacia abajo, como acompañando a Yoda en su tristeza. -Si volveis a encontrarla, al Lado Oscuro probablemente unido se haya.

-Era algo que me venía rondando la cabeza, Maestro. Quizá sea mejor que no la veamos más. Estuve preocupado por Anakin, siempre dependió mucho de Kwyna y de mí. Pero parece que los años de guerra en Shadar le enseñaron a aceptar la pérdida, a veces de formas muy dolorosas. Estuvimos a punto de perdernos los unos a los otros muchas veces. La pregunta no es quizá si se alejará de nosotros, sino si no se había alejado ya, mucho antes de volver a Coruscant. Ide fue consciente de la crudeza de sus palabras. Pero no podía evitar ver el comportamiento de Kwyna como una pequeña traición. Una traición a todo en lo que creían, a todo por lo que lucharon en Shadar, a todo lo que les habían enseñado Qui-Gon y Obi-Wan, incluso una traición a lo que Ide y Anakin sentían por ella. -Sus propias decisiones toma. Tu responsabilidad no es. Como un rayo golpeando a Ide, comprendió lo pertinente de la lección del pan. Casi demasiado pertinente. ¿Podía ser...? ¿Podía haberlo previsto todo? ¿Hasta qué punto? Alrededor de Yoda parecía haber un halo de poder y sabiduría. Era fácil olvidarse de ese poder cuando lo veías colocando un cubo de agua en una puerta. O ahora, cuando golpeaba a un droide de cocina que intentaba quitarle el plato, golpes ridículos con el bastón. -¡Mio! ¡Mio! Droide tonto, ¡terminado no he! Ide estaba relajado, incluso después de la intensa cena con Yoda, el asunto del pan y el interludio sobre Kwyna. Cuando parecía que no podía admirar más a Yoda, le volvía a sorprender. Le tranquilizaba la idea de que el anciano Maestro aprobara el entrenamiento de Arakosia, sin reticencias ni objeciones sobre su pasado. Y le consolaba saber que también sentía pena por lo que le había pasado a Kwyna. Parece ser que a los Jedi les estaba permitido sentir pena. Y le consoló un poco no ser el único en sentirla. Se despidió de Yoda con una inclinación de cabeza, y Yoda hizo un gesto leve, cariñoso, con la mano. Con la otra mano siguió tirando de su plato. Ide caminó levemente por los corredores. Ya era de noche, pero aún quedaba algo por hacer ese día. Debía anunciar a su nueva padawan que ahora él, Ide Kanor, era su maestro. Ide caminó hacia los dormitorios del clan de Arakosia. El templo empezaba a dormir. Los maestros enseñaban las últimas lecciones del día a sus padawan. Otros se dirigían diligentemente a los dormitorios, medio aliviados medio concentrados, probablemente repitiendo mentalmente alguna lección o meditando sobre algún acertijo. A cada paso, Ide se sentía más seguro de sí mismo. Podía hacerlo bien. Obi-Wan confiaba en él. Anakin confiaba en él. Yoda confiaba en él. Había pasado por mucho, había llegado a caballero, y seguro que podía enseñarle a Arakosia cómo ser una buena Jedi. Llegó a la puerta de su cuarto. Apenas quedaba gente por los pasillos. Se irguió, firme, para dar aire de seriedad e importancia, como hacía siempre que iniciaba una negociación oficial. Tocó a la puerta, y a los pocos segundos, Arakosia abrió. -Mañana a las nueve, dirígete al droide administrativo de tu dormitorio. Te asignarán un cuarto al lado del mío. Tienes dos horas para mudarte. Tu entrenamiento empieza a las once. Su voz era solemne, pero sonreía. Varias emociones pasaron por el rostro de Arakosia en rápida sucesión. Para un observador menos atento (o sin la capacidad de percibir la Fuerza) probablemente hubiera parecido indecisa. Pero esto fue lo que Ide vio: Extrañeza, no suelen interrumpirme a estas horas. Alegría, sorpresa, ¡es Ide! Aprensión, ¿por qué habrá venido? Prevención, ¿y si lo han mandado para decirme que no puedo ser una jedi, para que no me ponga tan triste? Dirigirse al droide administrativo... oh, dioses, es eso. Sorpresa, ¡un cuarto al lado del suyo! ¿Pero para qué? ¿Sigo siendo del clan Rancor? ¿Dos horas? ¡Me puedo mudar en veinte segundos! ¿Por qué no me puedo ir a ese cuarto ya? ¿Mi entrenamiento? ¿Sólamente mio? ¿Luego tendré que recuperar las lecciones que me salte con el clan Rancor? ¿Y cómo va a verme un potencial maestro si estoy todo el tiempo con Ide? Aunque, bueno, si me van a echar igualmente, por lo menos, (suspiro), es tiempo pasado con Ide. ¿Tendré que dar alguna respuesta protocolaria? ¿Por qué todo el mundo piensa que sé un montón de cosas que no sé? ¿Y si lo estropeo? ¿Habrá que decir algo? Tampoco me puedo quedar aquí mirando al infinito para siempre... Tally dijo que... de abajo arriba y aunque no estés segura... Mantén la serenidad, que no se vea que estás confusa y nerviosa. Aquí nadie quiere tu mal. ¡Dioses, dioses, es Ide! -Así lo haré, maestro. Cara de poker. Cara de poker. Qué ojazos tiene. Cara de poker. Ide permaneció impasible ante esta avalancha de pensamientos. "Así debe ser como Yoda nos ve a todos nosotros", pensó. -Pásate por la peluquería antes de las once, también. Sería más apropiado que tuvieras el pelo algo más corto y que tu trenza fuera visible, padawan. Qué cosa es un padawan. Por como lo ha dicho, debe de ser algo bueno. Y además, es Ide. Vale, ahora tengo que irme a dormir. Mañana, levantarme temprano y preguntarle a Tally qué cosa es un padawan y qué significa todo esto. -Gracias, maestro. Una leve sonrisa. No te pases. Cara de poker sonriente. Cierra la puerta despacio para no ser descortés. Qué voz tiene. Qué ojos. Cara de poker sonriente. Ide permaneció unos segundos ante la puerta, aún sonriente. Había intentado ser lo más conciso posible. No era hora de ponerse a dar muchas explicaciones. Mañana sus compañeros le contarían con más detalle lo que estaba pasando. "Es una buena niña", pensó Ide. Y, satisfecho, se marchó.

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