El Blues de Nar Shaddaa I

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Revisión de 20:18 23 jun 2013


15 de Abril, 6:30 de la mañana.

El campo atenuador disminuyó. La luz del sol local entró por la ventana, despertando gradualmente a Ide de su trance de meditación. Se sentía fresco y descansado.

Miró por la ventana. Gritos, discusiones. Alguien gemía como un animal herido, casi en el límite de lo audible. Varios vendedores callejeros pregonaban su mercancía. Y eso que estaban en la parte alta de Nar Shaddaa. Y que era primera hora.

Se acercó a la cama, y observó a Arakosia dormir. Ide había hecho grandes esfuerzos por obviar las emociones que la chiquilla sentía hacia él, pero tenía que reconocer que era.... ciertamente hermosa.

Su mente se paró unos segundos, como digiriendo lo que acababa de pensar.

Debía ser esa dedicación y empeño que ella ponía en agradarle, montada a caballo entre su complejo por el retraso que tenía respecto de otros padawan de su edad y la atracción que sentía por él. O sus ojos, grandes y llenos de vida.

Apartó la mente de la niña. No estaban de vacaciones, venían buscando al hijo de Zhur Garin. Rozó el tobillo de su padawan suavemente. Sintió la primera reacción de su padawan: un barrido relámpago de su entorno, hecho a un tiempo con sus sentidos y la Fuerza, súbitamente alerta. Al reconocerlo, se relajó, pero siguió totalmente alerta. Pero no se movió. Sonrió levemente.

-Padawan, despierta. Tenemos que salir a buscar al niño.

-Sí, maestro. Dijo, sin moverse -transmitía felicidad, como siempre que decía esas palabras.

Llamó a Lionel para que se reuniera con ellos. En lo que Lionel llegaba, Ide llamó al cathar, para preguntarle si Keel los iba a requerir esa mañana, o si al contrario reanudarían la negociación por la noche. Aunque Ide sabía que Keel no tenía prisa: cuanto más tiempo disfrutaran de su hospitalidad, más grande sería la deuda de los jedi con él, por lo que el tiempo jugaba a su favor.

-El amo aún descansa. El amo los recibirá a segunda hora, tras su desayuno -pareció titubear durante un momento-. Si lo desean, pueden recorrer la ciudad mientras tanto y atender sus negocios.

-Gracias, cathar -respondió Ide, conciliador-. ¿Puedo saber cómo te llamas?

-Vasht es mi nombre.

-Entonces, gracias, Vasht.

Ide le puso la mano en el brazo, amigablemente, e intentó transmitirle algo mediante la Fuerza. "Ya lo sé. Aunque ahora no puedo ayudarte. Pero lo intentaré".

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