Mana
Mana era el centro del mundo el cual, a falta de otro nombre mejor, todos conocían como El Mundo de Mana.
Algunos lo describían como El Árbol. Otros lo describían como La Vida. A los más esotéricos les gustaba verlo como El Dios Mayor. Era conocido por innumerables palabras, y lo mejor de todo es que era un poco todo a la vez. Porque las palabras se quedaban cortas para describirlo. No había palabras para describir lo que había estado allí desde el principio, puesto que las palabras llegaron después de el principio, y en el principio no había palabras. Cuando Mana nació no había nadie para llamarlo de ninguna forma.
Ya sólo quedaban leyendas de lo que Mana era, puesto que hacía mucho que no había nadie que pudiera comunicarse con Mana. Los Kaora, que eran los seres más avanzados que habitaban El Mundo de Mana, habían perdido gran parte de la Magia hacía muchas generaciones. Tantas, que se había perdido la cuenta. Y eso que los Kaora eran organizados: escribían su historia en cristales, y cada comunidad tenía un responsable - o varios, si la comunidad era grande - de que todo estuviera organizado. Pero, sin razón aparente, su Magia se había venido a menos. Las historias antiguas hablaban de kaoras que podían crear luz y sombras, que podían curar y quitar la vida, hacer crecer y destruir montañas, con tan solo pensarlo. La Magia había sido fuerte entre los Kaora. Y actualmente los médicos apenas eran capaces de curar heridas pequeñas usando largos rituales.
Los Kaora sabían que algo iba mal con Mana, y que el asunto de la Magia no era algo casual. No es que fueran poco inteligentes. Eran formas de vida muy avanzadas, que habían evolucionado a la sombra del Gran Árbol. Pero algo funcionaba mal, y lo peor era que ni los más viejos, ni los más sabios, ni los más astutos, estaban seguros de lo que pasaba.
Y estaban preocupados. No por lo de la Magia, pues algunos de los Kaora ya habían nacido en los tiempos en los que apenas podía confiarse en ella para nada. Lo peor era que, hacía cinco años atrás, Mana había empezado a cambiar de color.
Y sobre eso sí que no había ninguna historia en sus archivos.