Corre, Ide, Corre

De Subtrama
Saltar a: navegación, buscar

Archivo:Ejemplo.jpgPersonajes:

Contenido

La suerte del principiante

Son curiosos los devenires de la fuerza. Lo primero que pensé cuando Yoda cortó mi trenza de padawan fue en el trato que hicimos con Gorgo unos tres años atrás. Y justo en mi primera misión, cuando parecía que me había atascado en la negociación con el hut, bajo al bar y me encuentro nada menos que a Gorgo. Bebiendo en la barra. Eso sí que era suerte.

Hablé con Gorgo un rato, le conté cómo nos había ido después de encontrarnos con él en Nar Sharia. Le hablé de mi misión y mis negociaciones, y, mira por dónde, resulta que el hutt con el que había estado tratando era nada menos que su primo.

Eso es lo que se dice tener un día redondo.

Charla con Gorgo

Gorgo es pequeño para ser hutt. Apenas sobrepasa los tres metros. También es bastante joven, en términos hutt. Sólo tiene 70. Y también, como corresponde a su edad y peso, es bastante ligero. No llega a la tonelada. Y habla con un tono bastante amistoso, al menos contigo.

Sí, he visto a la gente que buscas. No, no he hablado personalmente con ellos. Ziro es el que ha 
hecho un trato con ellos. Según los estándares hutt, yo ni siquiera llego a adolescente. 
Ja, ja. Es que somos de desarrollo lento. 
Ven, te llevaré hasta mi primo. Pero me deberás un favor. Uno pequeño. Luego te diré cual.
Por este pasillo. Entra aquí. Sube por este turboascensor oculto. Ya nos veremos por ahí. 
Tengo el código de tu comunicador personal. Y tú tienes el mío.

Lo primero cuando negocias con un hutt, es no perder

Todos los hutt son hermafroditas (algo en lo que la mayor parte de la galaxia prefiere no pensar), pero normalmente desarrollan una personalidad definida hacia uno de los dos géneros más comunes de la galaxia: masculino o femenino. Ziro el Hutt, en cambio, ha elegido la ambigüedad. Habla el básico con un notable amaneramiento que, sin embargo, no alcanza a disimular su manera típicamente hutt de negociar, que alterna promesas, alabanzas y amenazas veladas.

Parece complacido al verte, un caballero jedi de edad indefinida y voz quemada, con una mirada profunda de ojos verdes (hoy llueve) que revela una potente mezcla de inocencia y sabiduría. Un Jedi que ha venido a ver a Ziro el Hutt, honrado comerciante. Cuesta horrores que admita que podría saber algo. Pero al final lo reconoce.

Por supuesto, Ziro el Hutt habla con mucha gente, Ziro el Hutt cierra muchos tratos. 
Por eso debe mantener ciertas convenciones, algunas reglas... no puede ir por ahí revelando todas
las cosas que habla, porque entonces habría... consecuencias. Consecuencias muy poco agradables.

Y lo segundo...

...era salir airoso. No íbamos mal. Por lo pronto Ziro ya había admitido (en nuestra primera conversación) que había comprado el coche robado de Ooth Rasvaelar. Y me había dicho que habían sido los Jedi. Y me había dicho que esa información valía mucho dinero.

Dinero que yo obviamente no tenía. Lo del coche podía solucionarlo más tarde. En el Templo seguro que alguien tenía alguna idea. El problema era que, para decirme por dónde habían ido los Jedi, seguro que Ziro me pedía alguna barbaridad.

Está claro, quieres dinero a cambio de la información.
Dinero que no tengo ahora mismo, pero que podría conseguir con tiempo.
Tiempo que no tengo ahora mismo. Pero estoy seguro de que algo me podrás pedir a cambio.
Un hutt siempre tiene cosas que pedir.
Ahora bien, nada ilegal.
Herramientas personales
Espacios de nombres
Variantes
Acciones
Navegación
Herramientas