Corre, Ide, Corre

De Subtrama
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La suerte del principiante

Son curiosos los devenires de la fuerza. Lo primero que pensé cuando Yoda cortó mi trenza de padawan fue en el trato que hicimos con Gorgo unos tres años atrás. Y justo en mi primera misión, cuando parecía que me había atascado en la negociación con el hut, bajo al bar y me encuentro nada menos que a Gorgo. Bebiendo en la barra. Eso sí que era suerte.

Hablé con Gorgo un rato, le conté cómo nos había ido después de encontrarnos con él en Nar Sharia. Le hablé de mi misión y mis negociaciones, y, mira por dónde, resulta que el hutt con el que había estado tratando era nada menos que su primo.

Eso es lo que se dice tener un día redondo.

Charla con Gorgo

Gorgo es pequeño para ser hutt. Apenas sobrepasa los tres metros. También es bastante joven, en términos hutt. Sólo tiene 70. Y también, como corresponde a su edad y peso, es bastante ligero. No llega a la tonelada. Y habla con un tono bastante amistoso, al menos contigo.

Sí, he visto a la gente que buscas. No, no he hablado personalmente con ellos. Ziro es el que ha 
hecho un trato con ellos. Según los estándares hutt, yo ni siquiera llego a adolescente. 
Ja, ja. Es que somos de desarrollo lento. 
Ven, te llevaré hasta mi primo. Pero me deberás un favor. Uno pequeño. Luego te diré cual.
Por este pasillo. Entra aquí. Sube por este turboascensor oculto. Ya nos veremos por ahí. 
Tengo el código de tu comunicador personal. Y tú tienes el mío.

Lo primero cuando negocias con un hutt, es no perder

Todos los hutt son hermafroditas (algo en lo que la mayor parte de la galaxia prefiere no pensar), pero normalmente desarrollan una personalidad definida hacia uno de los dos géneros más comunes de la galaxia: masculino o femenino. Ziro el Hutt, en cambio, ha elegido la ambigüedad. Habla el básico con un notable amaneramiento que, sin embargo, no alcanza a disimular su manera típicamente hutt de negociar, que alterna promesas, alabanzas y amenazas veladas.

Parece complacido al verte, un caballero jedi de edad indefinida y voz quemada, con una mirada profunda de ojos verdes (hoy llueve) que revela una potente mezcla de inocencia y sabiduría. Un Jedi que ha venido a ver a Ziro el Hutt, honrado comerciante. Cuesta horrores que admita que podría saber algo. Pero al final lo reconoce.

Por supuesto, Ziro el Hutt habla con mucha gente, Ziro el Hutt cierra muchos tratos. 
Por eso debe mantener ciertas convenciones, algunas reglas... no puede ir por ahí revelando todas
las cosas que habla, porque entonces habría... consecuencias. Consecuencias muy poco agradables.

Y lo segundo...

...era salir airoso. No iba mal. Por lo pronto Ziro ya había admitido (en su primera conversación) que había comprado el coche robado de Ooth Rasvaelar. Y había dicho que habían sido los Jedi. Y había dicho también que esa información valía mucho dinero.

Dinero que Ide obviamente no tenía. Lo del coche podía solucionarse más tarde. En el Templo seguro que alguien tenía alguna idea. El problema era que, a cambio de la información de por dónde habían ido los Jedi, seguro que Ziro le pedía alguna barbaridad.

Está claro, quieres dinero a cambio de la información.
Dinero que no tengo ahora mismo, pero que podría conseguir con tiempo.
Tiempo que no tengo ahora mismo. Pero estoy seguro de que algo me podrás pedir a cambio.
Un hutt siempre tiene cosas que pedir.
Ahora bien, nada ilegal.

Ziro el Hutt parece enroscarse sobre sí mismo, mientras sonríe.

Déjame que te hable de Zhur Garin. Zhur Garin se gana la vida introduciendo artículos
ilegales en Coruscant. 

Parece un poco incómodo, como si recordara de repente con quién está hablando. Cuando habla de nuevo, su voz es inexpresiva.

A mi, particularmente no me parece mal. Algunas cosas, bueno, hay gente que las necesita.
Pero desde hace un tiempo ha decidido que otra buena manera de ganar dinero es mediante 
el procedimiento de no pagar sus deudas.

Ahora sus ojos están entrecerrados, y ya no parece una babosa gigante. Ahora recuerda bastante a una serpiente.

Sus deudas hacia mí. Me debe medio millón. Me dijo que había sido mala suerte, que había 
tenido que deshacerse de un cargamento, que luego lo asaltaron unos piratas... 
Sé que miente. Sé que se lo ha gastado en algo. En esto.

Toca un botón junto a su cabeza, y un holoproyector sale del techo al mismo tiempo que las luces se atenúan. Y esto es lo que proyecta.

Ni sé lo que es, ni sé para qué lo quiere. Pero quiero que se lo quites para que yo pueda
recuperar mi dinero.

A veces la vida le daba a uno sorpresas. Como por ejemplo, encontrarse tras la pista de un holocrón sith mientras busca a unos niños perdidos. Aunque las ideas aparecía a toda velocidad, Ide decidió empezar por lo más práctico: terminar lo que estaba haciendo. Y después, informar. A Obi-Wan. O a Yoda.

Ide trazó rápidamente un plan. Localizar a los niños. Avisar al templo de que los enviaré de vuelta en un transporte mientras termino un asunto. Avisar a Obi-Wan de mi asunto. Ir a por el holocrón. Volver a hablar con Ziro y decirle que esto le va a traer muchos problemas y convencerle de que es mejor que se lo llevara él a que se lo llevara un Jedi menos simpático.

-Está bien, Ziro. Acepto tu trato. Ahora, dime dónde fueron los niños.
-Pensé que ya lo habrías adivinado. Fueron a casa de Zhur Garin.

Decir que Ide salió corriendo sería ser escueto en la descripción. Aunque antes de salir por el turboascensor, se paró un segundo y se dirigió a Gorgo, que había estado en segundo plano todo este tiempo.

- ¿Es peligroso ese tal Zhur Garin?
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