Los caminos de la Fuerza
Estos son extractos del diario de la iniciada jedi Ozaan Dyl, sobre la llegada de los jedis altisianos a Coruscant.
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El torneo de iniciados
Templo Jedi de Coruscant, 1 de mayo de 26aGR
Han pasado ya varios meses desde que Midara y yo llegamos juntas al templo. Somos las últimas en este pasillo de nuestro clan. Esta mañana Shaak Ti nos despertó para darnos algo de ánimos. Parecía preocupada por nuestro lento avance. Nos recomendó que hiciéramos algunos amigos por el templo. No me quedó claro si fue para prepararnos para el torneo de iniciados que hay la próxima semana, o porque estábamos un poco aisladas. En cualquier caso, parecía una buena cosa que hacer estos días.
Nos fuimos a la sala de entrenamiento. Estuvimos practicando un rato el sable de luz mientras Shaak Ti meditaba en un lateral – parecía meditar pero estábamos seguras nos vigilaba con atención. Midara tuvo miedo de hacerme daño en un movimiento en el que ganó mucha ventaja. Yo tropecé y acabé lanzando el sable de luz a toda velocidad hacia la cabeza de Shaak Ti. Nos fuimos a pasear, con la moral por los suelos.
Hablamos con Yoda en uno de los patios, había preparado una broma con un cubo de agua que acabó encima de Shaak Ti, quien en un principio pensó que habíamos sido nosotras hasta que percibió a Yoda y lo entendió todo. Yoda nos acompañó en un paseo y nos dijo que si Shaak Ti se sentía defraudada por nuestro (infructuoso) entrenamiento no era problema nuestro.
Volvimos al patio y hablamos con el maestro Obi-Wan, nos dijo que podríamos pedir las pruebas de padawan. Nos contó que el estrés de las pruebas podría prepararnos mejor para el torneo. Que para ello teníamos que hablar con el Consejo de Reasignación.
Y así lo hicimos. Sentado a la entrada de la torre del Consejo de Reasignación nos encontramos al maestro Ikrit meditando. Nos sentamos a su lado, emanaba una especie de paz que nos calmó. Nos habló de las pruebas clásicas de padawan, que eran conocidas y requerían algunas habilidades de las que nosotras carecíamos, y de las pruebas más heterodoxas que podrían ofrecernos por ejemplo los jedis altisianos. También nos dijo que tuviéramos cuidado con lo que deseábamos, y cuánto lo deseábamos. Entendimos que tendríamos que dejarnos llevar por la voluntad de la Fuerza.
Pero ¿quiénes son estos jedis altisianos? No sabíamos nada de ellos, así que fuimos a la bilblioteca a buscar información. Ni Midara ni yo tenemos una gran habilidad para buscar información, así que pedimos ayuda a un padawan que estaba en un puesto de información. Se llamaba Dvaros, y parecía muy orgulloso de ser padawan de la bibliotecaria jefa: la maestra Jocasta Nu, conocida por su agrio carácter.
No nos supo decir gran cosa sobre las pruebas del iniciado altisianas. Parecían ser una mezcla de pruebas aleatorias sin estructura alguna. Un poco tristes por no saber bien cómo seguir nos fuimos a comer algo.
En el patio de antes seguía el maestro Obi Wan. A Midara y a mí nos parece muy guapo, ojalá nos entrenara a las dos. Disimulamos un rato para que no pareciera que le estábamos persiguiendo (qué vergüenza), pero al rato no pudimos contenernos y nos acercamos a hablar con él de nuevo. Nos contó una historia sobre su último padawan, un tal Ide Kanor, que entrenó junto a su maestro Qui-Gon Jinn. Parece que la padawan de Qui-Gon se escapó en extrañas circunstancias, y el tal Ide terminó en un planeta hutt haciendo algo que no debió gustarle mucho a Obi-Wan. Parecía un poco desencantado con su padawan, y entendimos que no querría entrenar a nadie más, al menos hasta que se le olvidara un poco lo que había pasado.
Mañana llegan los jedis altisianos en una nave. Hay montado un gran dispositivo, parece que llegarán en un estado lamentable (la nave y los altisianos). Nos hemos venido a dormir, aunque yo no sé si dormiré algo. Siento que nuestro futuro está en movimiento y que pronto se abrirá algún camino ante nosotras.
La llegada de los altisianos
Templo Jedi de Coruscant, 2 de mayo de 26aGR
Nos despertamos temprano, en medio de un revuelo tremendo. La nave de los altisianos, o lo que quedara de ella, estaba por aterrizar, y nadie quería perdérselo. No sabíamos muy bíen qué hacer mientras sucedía todo esto, y como Midara tiene una habilidad para sentir lo que quiere la Fuerza, se dejó llevar. A mí eso aún se me escapa, pero la seguí cuando echó a andar.
Terminamos en una zona un poco apartada de los dormitorios. Había un duro dando órdenes en un idioma que desconocíamos a varios droides. Parecían estar remodelando una habitación. Parecía claro que estaban organizando una estancia para los altisianos. Al rato el duro, quien apenas se había percatado de nuestra presencia, se marchó.
Entonces nos asomamos a la habitación. Era... funcional, pero muy fría. Aséptica. Midara y yo pensamos que los supervivientes de un viaje tan traumático bien se merecían un espacio mejor. Así que nos pusimos manos a la obra. Con la experiencia que yo tenía en los años de servir en la casa de mi antigua señora, combinada la habilidad de Midara para programar, llenamos la habitación de detalles. Unos biombos para dar un poco de intimidad, almohadas cómodas y sábanas de colores agradables, luces que se encendían y apagaban solas según la hora del día, una terminal conectada con las cocinas del templo, unas flores del jardín cercano.
Cuando estábamos acabando, tres personas aparecieron en la puerta. Una de ellas más mayor, con el pelo blanco, apoyado en una chica y un chico más jóvenes. Al chico le faltaba un brazo. Los tres parecían muy malheridos.
No quisimos molestarles, y nos dísponíamos a marchar cuando el señor de pelo blanco (que se identificó como el maestro Djinn Altis) agradeció lo que habíamos hecho, y nos quiso prestar un objeto a nuestra elección de unos que sacó de una bolsita que llevaba consigo. Yo escogí una ocarina un poco rara, y Midara cogió una piedra que le llamó la atención.
Durante la cena en el comedor nos encontramos al maestro Yoda, que estaba vigilando el comedor junto al maestro Ikrit. Saludamos al pasar, y ambos maestros mostraron una reacción de lo más extraña cuando les contamos el préstamo que el jedi altisiano nos había hecho. El maestro Ikirt parecía contenerse para no hablar demasiado, pero Yoda, que yo habría jurado que se contuvo para no fruncir el ceño cuando oyó la historia, nos recomendó ir a hablar con la maestra Jocasta Nu al día siguiente. Fue muy explícito en su sugerencia (algo extraño en Yoda por lo que tengo entendido), así que decidimos hacerle caso.
Acabamos de llegar a los dormitorios. He intentado tocar el instrumento, pero lo único que he conseguido es que Midara me pida que me calle desde el cuarto de al lado. Mejor me voy a dormir, está claro que esto no es lo mío.
Los sueños
Templo Jedi de Coruscant, madrugada del 3 de mayo de 26aGR
Sueño que estoy en una habitación llena de cortinas de seda. Empiezo a correrlas, y al empezar a correrlas me doy cuenta de que es una tela de araña. Cuando miro hacia arriba, hay una araña gigante mirándome. Salto hacia atrás, y me quedo atrapada en la tela. La araña me mira, pensando si soy digna de hablar con la matriarca. Al saltar hacia atrás me quedo atrapada en una tela. Me despego, pero entonces la araña hace un movimiento y las telas empiezan a moverse en todas las direcciones, corto algunas con el sable de luz. La araña se sorprende, y piensa que ahora debe pelear conmigo. Ella salta bloqueando la salida de la cueva. Apago el sable de luz, en postura de empezar la pelea. Ella salta sobre mí, y me despierto.
Midara me cuenta que soñó con un droide que ella había construido, que la llevaba en un vehículo por una pradera. El droide conduce muy bien, mucho mejor que cualquier persona que no use la Fuerza. De repente, algo atraviesa al droide de lado a lado, y Midara toma el control del vehículo, que ha quedado dañado. Consigue esquivar parcialmente un choque, y salta, asistida con la Fuerza, del vehículo, justo antes de chocar. Cae de pie, y enciende su sable de luz blanco. Midara expande su percepción en la Fuerza Unificadora, y siente el peligro en forma de disparo hacia su cabeza. Lo deflecta con su sable, y descubre a dos insectoides con cuatro pistolas en sus cuatro brazos. Rueda y se esconde en la hierba, y les pregunta qué quieren, pero los insectoides no responden y siguen disparando. Deflecta uno de los disparos hacia la granada que uno de ellos había sacado, y ésta explota. La pradera está ardiendo, parece que la granada estaba diseñada para hacer arder la hierba de la pradera. Hay un gran incendio, y el adulto que es Midara salta hacia el deslizador de los insectoides. Siente que tiene que dirigirse hacia la torre de la colina, donde está su compañero donde los arácnidos. Puede llegar a tiempo para salvarlo.
La biblioteca
Templo Jedi de Coruscant, mañana del 3 de mayo de 26aGR
Fuimos a primerísima hora a ver a la Maestra Jocasta Nu a la biblioteca. Cuando le mostré el instrumento, lo identificó en seguida como un draal. Lo tocó. Y fue muy hermoso, toda la bilioteca se llenó de voces, y de sonido. Y cuando acabó, lo dejó en el pedestal. Pero algo debió cruzársele por la cabeza, porque tras un segundo análisis del objeto dijo que tenía que requisarlo, por algún motivo que no nos quiso decir. Igual hizo cuando Midara le mostró la piedra. Nos dijo que no nos preocupáramos y que no habíamos hecho nada malo, y que ya hablaría ella con el Maestro Djinn Altis. Nos quedamos un poco tristes, pero, ¿cómo íbamos a discutirle a una maestra?
Nos fuimos a clase de Historia Jedi. Nos aburrimos como ostras.
Hemos venido a la biblioteca, y nos hemos encontrado de nuevo a Dvaros. Como parecía dispuesto a ayudarnos, le contamos algunos detalles del sueño, con la excusa de que estábamos buscando datos sobre una misión jedi. Cuando le contamos los datos comenta que, por los datos del maestro krevaaki que aparecía en el sueño de Midara, puede ser parte de la misión de la gente que venía en la nave, y que podrá completar la búsqueda cuando vuelquen los datos.
La voluntad de la Fuerza
Templo Jedi de Coruscant, mediodía del 3 de mayo de 26aGR
Nos dirigimos a los dormitorios asignados a los tripulantes de la nave, y nos encontramos al chico más joven, se sobresalta mucho cuando entramos. Hablamos con él. Dice llamarse Salvel. Le preguntamos por los objetos que nos dieron, y comenta que parecen ser recuerdos que el maestro Jin guardó de sus compañeros difuntos.
También nos dijo que tuviéramos cuidado si estábamos usando a alguien para obtener información, que no era ético. Ja, parece que era más bueno de lo que parecía sabiendo lo que quiere la gente.
Nos fuimos al comedor donde habíamos quedado con Dvaros. Cuando llegó, un poco tarde, parecía cansado, casi extasiado. Se saltó la cola y se sentó junto a nosotras. Y sólo nos dijo una cosa: que quería ayudarnos, pero que no podía ayudarnos. Y nos dejó la piedra y el draal por debajo de la mesa. Dijo que se sentía… aliviado, al dejarnos los objetos. Y se marchó.
Fue extraño. Pero habíamos recuperado los objetos que la maestra Jocasta nos había requisado. Habían vuelto a nosotras. Debía ser la voluntad de la Fuerza.
Pero, ¿qué son esos objetos? Si los datos de la misión no estaban en el templo… debían estar en la nave. La nave no parecía muy grande en la distancia, pero conforme nos acercabamos íbamos viendo que sí que lo era. Además, se notaba claramente que estaba hecha con restos de otras naves. Mide como un kilómetro de largo, y está muy caliente.
Los técnicos parecen muy ocupados en diversas tareas: cómo bajar la temperatura, cómo recuperar los datos… Y en lo que escuchamos las conversaciones, Midara ha descubierto con la cámara de infrarrojos de su holopad un punto móvil en el casco en que la temperatura era más baja. Y, estudiando el movimiento del punto móvil, ha descubierto que pasaba por una puerta.
Nadie nos mira. Tenemos un plan. Mientras yo disminuyo la temperatura del aire con la Fuerza para poder acercarnos, Midara abrirá la puerta. Entraremos en la nave, y encontraremos la información que estamos buscando.
Templo Jedi de Coruscant, tarde del 3 de mayo de 26aGR
Nadie miraba cuando entramos y la puerta se cerró tras nosotras.